Desenterrando la verdad acerca del suelo

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La salud del suelo es proporcional a la cantidad de carbono orgánico que posee. Crédito: Georgina Smith / CIAT.

Al llegar por primera vez a Lushoto, después de pasar por una empinada cordillera, “diversidad” no es la primera palabra que se viene a la mente. Eso sí, a menos que usted sepa mucho de suelos. Formando parte de las Montañas del Arco Oriente, que se extienden entre Tanzania y Kenia, este es un lugar de alta riqueza de biodiversidad.

“Algo que he notado en mi campo de trabajo durante los últimos 10 años”, comenta Leigh Winowiecki, científica de suelos del CIAT, “es que los paisajes son extremadamente variados. Lushoto es un excelente ejemplo. El carbono por kilogramo del suelo puede variar entre 15 y 150 gramos dentro de un perímetro de 10 kilómetros”, explica.

La salud del suelo se mide por medio de indicadores, como el carbono orgánico. Las propiedades inherentes del suelo como textura o estructura, que tienen un impacto en qué cultivos se pueden sembrar, en dónde y qué tan bien, se pueden medir por la cantidad de carbono orgánico en el suelo. La salud del suelo es proporcional a la cantidad de carbono orgánico que posee. La diferencia entre 15 y 150 gramos de carbono por kilogramo de suelo es, por un lado, un reflejo de la diversidad de cultivos sembrados en el suelo – desde verduras, fríjol y yuca hasta árboles, pero también demuestra que los métodos de cultivo están reduciendo el carbono orgánico del suelo y generando su erosión.

Verificación en campo

Esto es lo que los investigadores llaman verificación en campo. “Realmente se creía que todo el suelo de Lushoto era de un solo tipo”, señaló la investigadora. “Resulta que al parecer son cuatro tipos”. Los análisis del suelo permitirán a los investigadores generar mapas que no solamente reflejen la verdadera complejidad de los suelos dentro del paisaje, sino también los faculten para brindar asesoría.

“Los métodos científicos convencionales usados para muestrear los suelos en paisajes variados no son adecuados para capturar la variabilidad y evaluar los efectos del manejo de la tierra”, según Winowiecki. “El Marco de Vigilancia de la Degradación de los Suelos que diseñamos proporciona una línea base biofísica del suelo y la métrica de la salud de la tierra en todo el paisaje, de modo que podamos mapear la variabilidad de una mejor manera”.

En un trabajo con agricultores para demostrar el proceso de elaborar los perfiles del suelo, se colectaron muestras del suelo para determinar sus propiedades en áreas seleccionadas de la tierra. Se colectaron muestras de 160 parcelas en dos profundidades: 0–20 y 20–50 centímetros.

“Cada muestra de suelo que colectamos está vinculada a la métrica de la salud de muchos otros ecosistemas”, señaló Winowiecki, como prevalencia de la erosión, densidades de árboles y estrategias actuales e históricas del manejo de la tierra.

Los científicos están actualmente vinculando los datos de la salud del suelo con los datos de la encuesta de hogares sobre la diversidad de cultivos, percepciones del cambio climático y género junto con datos socioeconómicos para comprender y abordar mejor las limitaciones del sistema agrícola.

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Las intervenciones estratégicas en el manejo de la tierra, como la siembra de árboles, pueden mejorar la salud del suelo y la productividad agrícola en general. Crédito: Georgina Smith / CIAT.

Empleando el marco de trabajo, se puede desarrollar una línea base biofísica de la información clave del suelo y la salud de la tierra de todo el paisaje para comprender la variabilidad en los tipos de suelo y los efectos del uso de la tierra. Un propósito clave del marco de trabajo es identificar oportunidades para intervenciones estratégicas en el manejo de la tierra que puedan mejorar la salud del suelo y la productividad agrícola en general.

“Si precisamos qué clase de suelos tienen los agricultores en sus fincas, podemos brindar una mejor asesoría sobre qué cultivos sembrar y qué tipos de insumos y estrategias de manejo serían apropiados”, comentó Winowiecki.

Análisis del suelo en el laboratorio

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Con base en análisis del suelo, socios locales pueden asesorar a los agricultores sobre el manejo de la fertilidad del suelo. Crédito: Georgina Smith / CIAT.

La identificación del tipo de suelo y las cantidades de nutrientes, como nitrógeno o bases intercambiables, que tienen un impacto en el crecimiento de las plantas, se combina con un enfoque más científico para confirmar resultados y generar mapas del paisaje.

Scholastica Morrison es una técnica de laboratorio en el Instituto Seliano de Investigación Agrícola (SARI), anexo al CIAT. Ella desaparece en una modesta esquina de su oficina y regresa rodando un carrito lleno de cajas petri con coloridas muestras de suelos en todos los tonos de café.

El “robot mágico” o el espectrómetro casi infrarrojo (NIRS), como se le conoce menos afectuosamente, es una herramienta avanzada que es más rápida y menos costosa, e igual de precisa que las técnicas anteriores, para analizar el suelo. Ahora, Morrison puede escanear 200–300 muestras de suelo en un día en lugar de solo 20.

“Los escaneos me proporcionan información sobre muchos nutrientes requeridos por la planta para crecer – materia orgánica, nitrógeno”, afirma. Analizando las muestras, ella puede asesorar a los agricultores sobre los minerales que hacen falta en el suelo, qué fertilizante usar y cuándo y qué cantidad aplicar.

El nuevo enfoque del marco de trabajo no solamente permite a los investigadores construir datos que reflejen mejor la verdadera diversidad de los suelos en el paisaje de Lushoto. También significa que los agricultores sean más conscientes de los cambios que deben hacer para reducir la erosión e impulsar la fertilidad del suelo en sus fincas.